lunes, 25 de junio de 2012

¡Ay Pakil!

Si India te complica la vida tú tienes que tender a simplificarla. Las distancias en esta ciudad nos matan, son distancias que en tantos otros sitios podrías recorrer a pie, pero aquí son un mundo y te hacen perder mucho el tiempo. El tráfico es tremendamente caótico. Utilizas medios de transporte insanos donde te vas comiendo los humos del resto de los vehículos y en épocas de calor llegas sudando a todas partes. El caso es que si a eso le sumas la falta de aceras, lo difícil que resulta caminar entre vehículos varios y la de tiempo que vas montada en tanto medio de transporte, acabas sin mover un dedo y eso rápido tiene consecuencias nefastas para el cuerpo, creedme.

Puedes intentar correr por el barrio hay zonas verdes siempre cerca aunque no sean muy grandes. Como todo aquí tiene sus pequeñas que no insalvables complicaciones, a esa buena voluntad que tienes de levantarte bien temprano, a pesar de las altas temperaturas que ya existen a esas horas, habremos de sumar el tener que emplear cuantos métodos llegues a desarrollar para lograr despertar al segurata nocturno y que te abra la puerta de tu casa, el ir esquivando montoncitos de basura varia, algún quiebro para sortear algunos perros que se cruzan en tu camino y ya no os digo cuando te encuentras en tu recorrido monos... Hale, con esos ha llegado la hora de salir del parque y buscar otro nuevo recorrido.

Hay gimnasios que podrían ser adecuados, de esos que te pueden hacer pensar que estás en Europa o USA peeeero esos nunca están al lado de casa. Como lo que necesito es tiempo hice una búsqueda exhaustiva por mi barrio. Madre del amor hermoso si hubiera hecho fotos en alguno de ellos... El olor andaba entre sudor y comida, sí, comen allí mismo, donde se tercie, sin ventilación alguna... habitaciones pequeñísimas y aparatos con la espuma salida de la funda como poco. Cierto es que esto no ayudaba mucho, la verdad. Si ves uno que sube un poco el nivel es porque tiene alguna máquina más... tampoco mucho es que sea mucho más grande pero joooo es que hay aire acondicionado... no huele mal... ves que algo limpian... Tampoco van a sacar brillo, empiezo a considerar que ellos tienen algo así como alergia a lo limpio. Qué hubiera sido de nosotras sin esa gran generación española de nuestras abuelas o nuestras madres que abrían las ventanas de par en par toooda la mañana, poniendo la casa patas arriba para limpiarlas a conciencia cada día... Aquí esa generación no llegó, aquí todo se ve bien -o más bien lo que es el polvo no se ve- el polvo es un elemento decorativo más. Digamos que para estar aquí he encontrado un gimnasio más o menos decente... para ser solo medio decente os diré que tiene un precio que dobla a uno nuevo de Madrid abierto al ladito de mi casa y que en espacio debe llegar a cubrir como la décima parte. En fin, no quería pasar por ese timo pero era eso o seguir cogiendo kilos como una vaca de cualquier otro país, que no de aquí.

Qué bien. He dado con un entrenador que no me hacía pensar en mi querido Iván de Madrid. Es una monada, yo diría que tiene un toque tierno -pero entre nosotras confesaré que creo que me odia-. No recuerdo que me hayan hecho sufrir como él. Me da tanta caña que algún día he llegado a casa casi arrastrándome, y he acabado arrastrándome una vez tirada en la cama, tremendo. Parece que no puedes más, pero ahí está él, solo dice los números en inglés, no entiendo nada más de las palabras que puedan salir de su boca por muy atenta que quiera estar a cada una de ellas pero eso sí... siempre lo dice con una sonrisa que te hace perder el conocimiento. Es riquísimo aunque todo lo rico que es lo transforma en odio hacia mi. Cuando ve cómo me voy de hecha polvo... me sonríe otra vez. Que ve que sudo horrores siempre encuentra algún ejercicio que me haga sudar más y vuelve a sonreirme. Un día pensé que me dejaba las piernas allí y le dije: "I have two legs, Pakil, -me acuerdo fácilmente del nombre porque mi padre se llama Paco y quieras o no, relacionar con otro nombre un nombre indio, ayuda- I´m nearly forty, you are very young and you will not understand me, but believe me, I need to conserve both legs for the rest of my life". Intentaba decirle "Mira Pakil, estoy destrozada y hasta las narices de esa puta sonrisa que me echas continuamente, por muy mono que seas. He empezado en este gimnasio con dos piernas, y por tu padre quiero conservarlas. Ando cerca de los 40, -sí, me pongo años, es la primera vez en mi vida que lo hago, pero es para ver si así me respeta un poco más-, así que por favor, quiéreme un poquito alguna vez y no me lo pongas tan complicado. Pakil, hijo mío, que cuando salgo de aquí, no puedo con la vida." A lo que a poco que me hayáis seguido, ya os imagináis la respuesta de Pakil con ese gesto echando su cabecita dulce hacia ese maravilloso hombro tan bien formado para que una vez te derritas ante ese movimiento, volver a atacar con su sonrisa, sonrisa que desearías que quitara pero que a la vez te da la vida. Y sin saber cómo, todas esas barbaridades que parece que le vas a decir, se transforman en tu boca al más puro estilo quinceañero perdiendo los papeles hacia el chico o la chica que te gusta "Sí, Pakil ¿50 más? Claro que sí, y 100 abdominales más si tú me lo pides. Y lo haces como si tuvieras de repente 21 años... y una vez sales por la puerta del gym y sin avisar te vuelven de golpe los otros 20 restantes  y sientes cómo se van desprendiendo cada una de las partes de tu cuerpo y piensas: Mañana me impondré a Pakil, y le diré 4 cosas, no puedo seguir a este ritmo, ya no soy una jovencita.

Y ahí ando, en un gimnasio donde a penas existe el espacio libre entre personas y máquinas, donde algunas señoras van con sus vestimentas indias tan poco prácticas para ejercitarse, algunos señores con sus turbantes y curiosamente sin perderlos en ningún movimiento, un gimnasio donde los lugareños en hora punta se lanzan a la carrera cuando ven que una máquina se queda libre. Pero es lo más, todos haciendo ejercicio a ritmo de canciones de bolliwood y donde siempre que te giras siempre hay alguien que te sonríe. (Y, donde en cuanto me paro un momento aparece Pakil, dispuesto a enseñarme ejercicios nuevos con tal de que no pare. Gracias Pakil, aunque a veces seas tan duro conmigo pero sigue sin olvidar echarme una sonrisita de vez en cuando. ¡Guapo!).

Ay mi Pakil, con lo que a mi me gusta y qué poco me entiende...